viernes, 18 de mayo de 2012

19 de mayo, Día mundial de la Hepatitis


El 19 de Mayo, se celebra el Día Mundial de la Hepatitis, tipo B y C, con el objetivo de concienciar a la población en general sobre estas afecciones cuyo virus está presente en 1 de cada 12 personas.

La hepatitis C generalmente no presenta síntomas, por eso se la llama la “enfermedad silenciosa”. El virus C (HCV) destruye lentamente células hepáticas y puede, con el transcurso de los años, producir cirrosis o cáncer hepático. La hepatitis C se transmite cuando se produce un contacto entre sangre sana con sangre infectada por el virus C (transmisión vía parenteral), como puede resultar por no adoptar medidas asépticas adecuadas para la hepatitis C. Han ocurrido transmisiones en el ámbito de la Sanidad pública y privada, mediante transfusiones o la utilización de hemoderivados para el tratamiento de otras enfermedades, así como también por compartir jeringas, en centros odontológicos, lugares de aplicación de piercings y tatuajes, podólogos, etc.

La hepatitis C, debido a sus características de ser una enfermedad mayormente asintomática, suele ser diagnosticada de manera fortuita en controles médicos de empresas, en las donaciones de sangre o en análisis prescritos por facultativos en búsqueda de otras patologías. Quizá por la fecha relativamente reciente del descubrimiento del virus C (año 1989) y por la propia complejidad de la función hepática, no todos los profesionales de la medicina están capacitados para el adecuado tratamiento de la enfermedad, y así sucede que o bien se le restan importancia, con las consecuencias negativas que tal actitud puede acarrear, o, por el contrario, aconsejan a los afectados pautas de comportamiento erróneas, lo que contribuye a incrementar el estado de depresión que genera la propia enfermedad y a intensificar el sentimiento de soledad en que viven muchos de los afectados.

Entre las peticiones que realizan las asociaciones de enfermos de hepatitis C está la de:
• Realizar un mayor número de campañas de difusión para conocimiento y prevención de la enfermedad.
• Formar a médicos de atención primaria en el conocimiento genérico de esta enfermedad.
• Seguimiento integral multidisciplinar de los afectados por los problemas psicológicos que puedan derivarse de este padecimiento y un reconocimiento por parte del Estado del carácter crónico de la hepatitis C.

A todos los efectos, tanto laborales como sociales, estas son sólo algunas de las piedras angulares necesarias para garantizar una vida digna a estos enfermos.


Muere Irving Millman científico que contribuyó al desarrollo de la vacuna contra la hepatitis

Irving Millman quien con sus investigaciones contribuyó decisivamente a encontrar un remedio contra la enfermedad y a hacer más seguras las transfusiones falleció el 17 de abril en Washington a los 88 años.
En 1967, Millman se unió al equipo de investigación de la hepatitis del Fox Chase Cancer Center de Filadelfia que estaba dirigido por el doctor Baruch S. Blumberg, que en 1976 recibiría el Premio Nobel por descubrir el virus de la hepatitis B. La incorporación de Millman fue decisiva para el desarrollo de la vacuna, según aseguró el propio Blumberg, que falleció el año pasado. Su trabajo consistió en aislar el virus para después eliminarlo a través del calor o de tratamientos químicos. Este proceso fue el que dio origen al descubrimiento de la vacuna en 1969. Una vacuna que, ante el desinterés inicial de la industria farmacéutica, tardó 13 años en ser comercializada y que ahora se administra a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo. El descubrimiento del antivírico ha contribuido a aumentar considerablemente la esperanza de vida de los seres humanos.
Durante su estancia en el Fox Chase Cancer Center, Millman también desarrolló un test para detectar la hepatitis B en la sangre. Su invención fue vital para reducir el riesgo de transmisiones del virus en las transfusiones. Desde que se puso en práctica, en 1971, el número de pacientes infectados por esta enfermedad se ha reducido en un 25%, según el Salón de la Fama de Inventores Nacionales de Estados Unidos, que en 1993 incluyó entre sus miembros al propio Millman.
Hijo de un emigrante judío procedente de Rusia, Millman nació en Nueva York en 1923. Se licenció en Biología en 1948 y realizó un máster en Bacteriología en la Universidad de Kentucky. En 1954 se doctoró en la misma especialidad en la Northwestern University de Chicago. Terminó su carrera profesional en 1989 en la Universidad Hahnemann de Filadelfia donde, además de dar clases de Microbiología, también dirigió proyectos de investigación sobre bacterias relacionadas con el acné.
Millman, que recibió la Estrella de Bronce por sus logros en Europa durante la II Guerra Mundial, se casó con Edith Greifinger, una judía polaca que escapó del gueto de Varsovia y con la que tuvo a sus dos hijos, Diane y Steven.


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